Después de mucho tiempo, el Pirineo Aragonés ha vuelto a abrir sus puertas. A mediados de marzo, el anuncio del desconfinamiento provincial de Aragón, supuso un gran alivio para los hoteles del Pirineo Aragonés, que veían la Semana Santa como un soplo de aire fresco para sus negocios.
En los últimos días festivos, el sector turístico y hostelero ha incrementado su actividad. Tras un invierno con las estaciones de esquí cerradas en el que se han producido graves pérdidas económicas, la primavera ha traído consigo un incansable trasiego de visitantes que ha copado rincones y terrazas de localidades como Aínsa, Jaca, Biescas, Benasque, Panticosa o Canfranc.
El turismo regional ha demostrado su valor e importancia en un periodo en el que la gente no ha podido escapar de la Comunidad hacia otros puntos de España. No obstante, en Semana Santa, lo ocupación se ha situado en torno al 50%, muy por debajo de una Semana Santa normal. Está claro que el Pirineo Aragonés reúne todo lo necesario para disfrutar tanto en invierno como en verano, y es, cada vez más, una de las opciones escogidas por los amantes de los buenos viajes.
En realidad, el Pirineo Aragonés es una de las zonas de montaña más bellas de España. Pueblos medievales, parques naturales y un sinfín de actividades de aventura disponibles durante todo el año. Esta zona es sinónimo de disfrutar al aire libre en contacto con la naturaleza y desconectar de la vida en la ciudad. Además, el Pirineo Aragonés, es una gran zona para probar magníficas carnes a la brasa. Es el caso de los restaurantes en Canfranc, un pequeño pueblo fronterizo con Francia.
Esta Semana Santa, muchas aragoneses han disfrutado de una gran gastronomía, paisajes de infarto y grandes espacios naturales, pueblos medievales de gran belleza, rutas de senderismo para todos los niveles y numerosas actividades deportivas.