El próximo domingo entrará oficialmente la primavera después de un invierno falto de precipitaciones y frío. Sin embargo, una infrecuente borrasca empujada por vientos del Este, es decir, con un aporte de humedad elevado procedente del Mediterráneo, hizo que ayer hubiera importantes precipitaciones en la comunidad. Lo curioso fue que en algunas zonas, especialmente en el valle del Ebro, se produjeran en forma de nieve. Las temperaturas de hasta 1 grado registradas en Zaragoza ayudaron, en contra de otras más elevadas incluso en municipios de la Ibérica turolense. En el Pirineo también hizo presencia, aunque es algo más habitual.
A pesar de ello, en la capital aragonesa no cuajó la nieve, salvo en el barrio de Valdespartera, cuyas zonas ajardinadas se cubrieron por un manto blanco. Uno de los momentos en los que las precipitaciones fueron más intensas coincidió con la salida de los colegios, para disfrute de los pequeños. Y es que, aunque no pudieron hacer los tan típicos muñecos, la circunstancia era novedad, debido a que hacía más de 20 años que no se veía nieve en la ciudad.
En localidades como Ejea de los Caballeros también ocurrió algo similar, ya que sus tejados cambiaron de color, si bien sus calles no llegaron a teñirse de blanco. Caso contrario fue en Calatayud, Cuarte de Huerva, Épila o Sádaba, aunque no duró mucho, debido a que la subida de las temperaturas hizo que la lluvia deshiciera la nieve.
Más allá de las ciudades, el temporal también afectó a numerosas carreteras del Pirineo, entre ellos los accesos a los pasos fronterizos del Portalet y Bielsa, y en vías secundarias de la comarca de las Cinco Villas, en Zaragoza.
En Teruel el principal problema fue la niebla, que condicionó el tráfico en dos tramos de la autovía A-23, entre Monreal del Campo y Ferreruela de la Sierra, y a la altura de la Puebla de Valverde.
