Es curioso cómo en ocasiones, hay alguna realidad de la vida que no nos tocaba directamente y por tanto la teníamos invisibilizada. Sin embargo, de repente, por alguna razón, se nos aparece y ya no podemos sino verla por todas partes, todo parece estar relacionado con ella. Lo que era antes invisibilidad, ahora es omnipresencia. Algo parecido al dilema del “elefante rosa”. Nunca se nos ocurre pensar en un animal de este color, pero cuando nos lo enuncian, es difícil sacarlo de nuestra cabeza. Menciono esto porque, el otro día, me di cuenta que en los muros del garaje del edifico donde vivo hay unas grietas importantes, de las que nunca me había percatado.
Rápidamente avisé al presidente de la comunidad de propietarios y este avisó al administrador de fincas. Confieso que algo de inquietud me recorrió el cuerpo. No presto mucha atención a la sección de sucesos en la prensa, pero siempre se escucha que en tal lugar se ha derrumbado un edifico causando heridos, incluso víctimas. Los días posteriores al descubrimiento de las grietas en los muros de carga, ni más ni menos, y quizá por esa sensibilidad que comentaba al principio, descubrí que el mundo de la grieta en muros y paredes, está presente en nuestra vida cotidiana como nunca antes había imaginado.
El camarero de la cafetería donde desayuno a diario me comenta que, en su chalet de La Tala, un pueblito salmantino, tuvo problemas muy gordos con grietas en las paredes. Él y otros vecinos casi se quedan sin casa. Hubo un corrimiento de tierra en el subsuelo y en poco tiempo les aparecieron unas grietas gigantes en los muros; mejor dicho, observaron que las paredes se les agrietaban y al llamar un aparejador amigo, éste les indicó que tenía toda la pinta de estar provocadas por movimientos de tierra subterránea.
Menciono a Germán, mi amigo camarero, pero es que también, al comentar mi hallazgo del garaje a mi primo Claudio que vive a las afueras de Zaragoza, en el barrio de Casetas, se me ha echado a reír a carcajada limpia. En el edificio donde se compró un piso hace 5 años, aparecieron unas grietas descomunales en los muros de carga. Como en los bajos hay una sucursal bancaria, el director llamó rápidamente a unos técnicos que le recomendaron contactar con alguna empresa especializada en este tipo de problemas, cuya causa, en jerga de expertos, se denomina “asentamientos del terreno”.
Parece ser que llamaron a unos geólogos e ingenieros de Madrid, que además de diagnosticar con precisión el problema lo solucionaron con enorme eficacia, GEOSEC dice que se llaman. Me comenta mi primo sorprendido que usaron algo parecido a una radiografía del subsuelo llamada tomografía. En pocos días resolvieron el problema con total garantía. No hubo necesidad de grandes obras, nadie tuvo que abandonar su vivienda. Ni siquiera los del banco dejaron de abrir la sucursal. Me dijo fascinado que actuaban como si fueran los hombres de Harrison: los técnicos aparecen un día con un camión, todos uniformados con sus cascos y sus ordenadores y de forma quirúrgica, una vez detectado el problema, inyectan unas resinas expansivas que consolidan el subsuelo para que no se desestabilice más. Me parece que le voy a decir a Daniel, mi administrador de fincas, que llame a esta gente.
Responden, como digo, al nombre de GEOSEC, todo muy geológico, y parece que están en Coslada. Me dice Claudio, el primo de Zaragoza, que hacen una inspección técnica sin coste. Oye, aunque ahora veo grietas por todas partes, ando mucho más tranquilo. Ya sé que tienen solución y son fácilmente reparables.
