Las cifras son contundentes y dejan claro que los mayores mueren solos en Aragón. Pero es que además muchos de ellos no sólo abandonan este mundo sin compañía, sino que son aislados por varias tecnologías que los jóvenes usamos casi a diario.
En efecto, un reciente estudio del Instituto Aragonés de Estadística -IAEST-, da números contundentes al respecto, como que el 7% de los mayores usan la banca electrónica en Aragón, registro mínimo que debe ser atacado cuanto antes para no dejarles de lado.
De acuerdo a esta fuente, la comunidad cuenta con 137.015 personas mayores de 75 años entre sus habitantes ahora mismo, pero poco más del 10% utiliza Internet con frecuencia, mientras que únicamente 3 de cada 10 se han conectado a la web en los últimos meses.
A pesar de todo, los mayores siguen excluidos digitalmente
La primera conclusión que surge a partir de estos datos es que, más allá de los esfuerzos y proyectos para llevar la tecnología a los mayores que ha realizado el Ayuntamiento, de momento siguen excluidos digitalmente, con los inconvenientes que eso produce.
Y es que las de por sí pobres evidencias respecto a la conectividad a Internet se vuelven aún más preocupantes cuando nos centramos en la banca electrónica, a la que accede nada más que el 6,49% de los mayores de 75 años, hoy unos 8.894 aragoneses.
Incluso, podría decirse que hay un margen de mejora considerable, porque la mayoría de esas personas sí se sirve a diario de diversas herramientas, como por ejemplo WhatsApp. Indudablemente, los bancos no han hecho lo suficiente por incorporarlos a su clientela.
La dependencia del efectivo, otro problema
Claro que estos informes del IAEST merecen una contextualización, y entre las que saltan a la vista tenemos que, en muchos pueblos rurales de Aragón, se mantiene una dependencia casi total del efectivo, mientras que otros medios de pago apenas si han sido adoptados.
En prácticamente todas las zonas rurales españolas, y los alrededores de Zaragoza no son la excepción, el efectivo sigue siendo el medio de pago más común, lo que impide que se desarrollen instancias de manipulación de la banca electrónica, y la costumbre de usarla.