La sospecha de que durante los meses de pandemia podría recrudecerse la violencia machista la han confirmado los datos facilitados por el Instituto Aragonés de la Mujer (IAM).
La entidad ha acumulado datos entre marzo y julio sobre llamadas para solicitar información y para informar de situaciones violentas que precisaban de ayuda inmediata.
En este periodo, el IAM reforzó este servicio, así como las diversas soluciones de urgencia, sobre todo habitacionales, para las mujeres y sus hijos e hijas en el caso de estar sufriendo violencia machista.
Entre marzo y julio, sólo el mes de marzo registró más llamadas en 2019 (326) que las habidas en 2020 (307). Para la directora del IAM, María Goikoetxea, «no es una buena noticia», sino sinónimo de «inseguridad, miedo e incertidumbre por la declaración del estado de alarma en aquellas mujeres que estaban sufriendo violencia de género«.
«El confinamiento les protegía de la enfermedad pero también les condenaba a estar conviviendo 24 horas diarias con su agresor”, remató Goikoetxea.
El número de llamadas fue creciendo a la par que se prolongaban las semanas de confinamiento. El pasado abril, el IAM recibió 371 llamadas frente a las 219 de abril de 2019, con el agravante de que 178 llamadas del pasado mes de abril se produjeron en situaciones de emergencia, que necesitaban, por tanto, una respuesta inmediata.
El pasado mes de mayo se alcanzó la cifra más alta de la serie histórica de este servicio (empezó a funcionar en noviembre de 1998) con 547 llamadas, un 60% más que en el mismo mes del año anterior, en el que quedaron registradas 341.
El pasado mayo, 227 de estas llamadas se calificaron de urgentes. “Son datos que constatan que durante el confinamiento se recrudeció la violencia machista y las mujeres, si no se toman las medidas oportunas, quedan muy desprotegidas”, comenta Goikoetxea.
Mayo también fue el mes donde las mujeres demandaron del IAM más atención social, jurídica y psicológica, con 425 llamadas en este tipo de prestaciones, por delante de abril y junio, donde este tipo de llamadas estuvieron en torno a las 220 mensuales.
En la comparación del mes de junio entre un año y otro se produjo una disminución en las diferencias. En 2019, el IAM registró 406 llamadas, mientras que el pasado junio se registraron 425, de las cuales aproximadamente la mitad (218) fueron consideradas de emergencia.
Las diferencias volvieron a ser más significativas en relación con el mes de julio. En este caso, si bien las llamadas telefónicas ascendieron a 408 en 2019, las comunicaciones ascendieron a 532 el pasado mes, un 30% más.
María Goikoetxea estima que “en situaciones y escenarios como los creados por la Covid-19, las mujeres sufren mayor precariedad y pobreza laboral y quedan situadas con mayores desventajas para afrontar un nuevo periodo de crisis, especialmente las mujeres jóvenes, las mujeres trans, migrantes o quienes padecen algún tipo de discapacidad».
«Los condicionantes de género determinan la diferencia del impacto de la crisis entre mujeres y hombres. A estas situaciones hay que añadir que desde el estado de alarma y durante el confinamiento, las mujeres siguieron sufriendo la violencia machista”.
Durante estos meses, el IAM llevó a cabo una readaptación de los recursos existentes y ante la evidencia de contagios entre mujeres aumentó el número de plazas en pisos: 26 plazas más en Zaragoza, 8 en Huesca y algunas habitaciones de hotel en Teruel para aislar a mujeres contagiadas sin recursos o con sospecha de contagio.
En colaboración con otras entidades que trabajan en este ámbito, el IAM habilitó una serie de alojamientos alternativos de emergencia para atender a situaciones provocadas o agravadas por la Covid-19 como es el caso de mujeres que perdieron sus ingresos y quedaron en riesgo intenso de exclusión o mujeres que ejercían la prostitución, en ambos casos recursos habitaciones que fueron pioneros a nivel estatal.