El 75% de los europeos viven en ciudades. Y lejos de lo que pueda parecer, es precisamente en las ciudades donde las personas con diversidad funcional encuentran, en muchas ocasiones, más barreras arquitectónicas, lo que les impide transitar libremente y les impone trabas en su día a día: desde el diseño del transporte público hasta el acceso a centros urbanos históricos, pasando por portales de viviendas no accesibles ni adaptadas para personas con movilidad reducida.
Tampoco se puede olvidar una realidad como es el envejecimiento en la población y la necesidad de avanzar hacia la adecuación de espacios urbanos y edificios accesibles.
Fundaciones de ayuda a la accesibilidad y organizaciones trabajan para potenciar la eliminación de barreras arquitectónicas y crear una Europa accesible.
Como resultado de este trabajo, la Comisión Europea otorga, cada año, la categoría de “ciudad accesible” a una ciudad europea. La primera en llevarse este galardón fue Ávila, que en 2010 fue premiada “por su defensa de la accesibilidad para las personas con discapacidad» tras la aplicación del plan de Ordenación Urbana. Con este plan se acondicionó, entre otras cosas, parte de la emblemática muralla para que personas en silla de ruedas puedan disfrutar de ella, creando una rampa en la zona de la “Puerta del Puente”.
Ávila fue la primera, pero no la única. Desde entonces, numerosas ciudades han recibido la condecoración de “ciudad accesible”.
El año pasado la ganadora fue la ciudad de Chester, en Reino Unido, donde también las personas con diversidad funcional pueden disfrutar de un paseo por la hermosa muralla medieval.
La ciudad de Milán, que recibió la condecoración en 2016, es otra de las urbes que ha trabajado durante años con asociaciones y fundaciones de ayuda a la accesibilidad para detectar barreras arquitectónicas y eliminarlas. De esta manera se ha conseguido que los principales atractivos turísticos de la ciudad cuenten con rampas y ascensores que hagan fácil el acceso de personas con movilidad reducida.
En 2013 Berlín fue la que se llevó el reconocimiento. Y es que la capital alemana destaca por la accesibilidad de su infraestructura. La mayor parte de los edificios públicos son accesibles, bien mediante rampas fijas o portátiles, bien mediante ascensores o montacargas. Hoteles, restaurantes y transporte cuenta con rampas de acceso y baños adaptados, lo que hacen de Berlín una ciudad idónea para el turismo de personas con diversidad funcional.