Las estufas de pellets se han convertido en una de las mejores alternativas como fuente de energía sostenible, duplicando su demanda en los dos últimos años. Esta creciente demanda ha provocado también que proliferen nuevos proveedores y, con ellos, una gran variedad de tipos de pellets en el mercado.
Certificados de calidad
Tanto en el proceso de fabricación como en el de distribución, el pellet debe cumplir una serie de requisitos mínimos de calidad, como, por ejemplo, que la madera utilizada sea virgen, sin ningún tipo de tratamiento.
Los sellos de garantía son los que verifican que estas características se cumplen. Entre ellos encontramos:
§ El sistema de certificación de calidad ENplus (el más común en nuestro país) implantado por la Asociación Española de Valorización Energética de la Biomasa (AVEBIOM)
§ El sistema de certificación de calidad DINplus, de la matriz de certificación alemana DIN CERTCO.
Además, la norma Europea EN 14961-2 para pellets no industriales, establece tres niveles de calidad según sus características técnicas:
§ Clase A1. Madera de origen forestal y residuos de madera sin tratar químicamente con bajos contenidos en cenizas, nitrógeno y cloro.
§ Clase A2. Pellets con contenidos en cenizas, nitrógeno y cloro algo mayores que en la clase anterior.
§ Clase B. Permite también utilizar madera que proviene de reciclaje.
Pellets no certificados
Sin embargo, no todos los pellets del mercado contienen sello de calidad. Existen muchos otros con diferentes calidades sin que la falta de sello signifique que el producto sea de peor calidad, solamente que no hay un organismo supervisor que garantice el cumplimiento de unos requisitos técnicos de fabricación y/o distribución.
En estos casos, deberemos fijarnos en las características físicas del pellet y en su etiqueta.