Cuentos para inculcar en los niños hábitos saludables

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Los cuentos son una excelente manera de inculcar en los niños valores de una forma sencilla y casi inapreciable. Los cuentos siempre encierran una moraleja valiosa, y ésta es la que les hace a los niños reflexionar y con la que poco a poco pueden ir asentando unas enseñanzas que les serán muy valiosas a lo largo de su vida.

He querido seleccionar una ser de cuentos que ayudarán a los más pequeños a coger hábitos saludables. Algunos son tan simples como lavarse los dientes todos los días o ser organizado en casa con los deberes.

El sapo dentudo

Había una vez un poderoso mago que confundió la receta de un conjuro y terminó creando una dentadura perfecta. La dentadura era en verdad muy hermosa, y estaba compuesta por dientes blancos y fuertes, pero el mago no sabía qué hacer con ella, por lo que decidió lanzarla al río. Al verlo, un sapo se acercó y se colocó la dentadura mágica. Desde entonces, el animal se volvió muy sonriente, y dando brincos enormes en el aire pensaba que a partir de ahora podría comer todo cuanto quisiera.

“¡Qué alegría!” – exclamaba el sapo – “con esta dentadura no necesitaré comer más bichos asquerosos y podré deleitarme con todas las golosinas del mundo”. De repente, una lechuza que pasaba por el lugar oyó el alboroto del sapo y le aconsejó sabiamente: “Sapo, no desprecies tu nuevo regalo comiendo tantas golosinas. Lava tus dientes y cuídate de las caries”. Pero el sapo no quiso escuchar a la lechuza. “No hay nada que temer, querida lechuza. Ahora tengo dientes fuertes y no hay necesidad de lavarlos”.

Y así, el sapo se pasaba todo el día comiendo golosinas, dulces y caramelos. Sin embargo, al cabo de un tiempo, las caries invadieron la dentadura del sapo y fueron apoderándose poco a poco de cada uno de los dientes. Cuando el descuidado sapo lo notó, bien poco podía hacer por su dentadura. Y a pesar de que quiso cuidarla y lavarla a partir de ese día, ya era demasiado tarde, y los dientes comenzaron a caerse uno por uno.

De esta manera amiguitos, el sapo despreció su hermoso regalo y por no lavarse y cuidar de sus dientes todos los días, volvió a comer bichos asquerosos y lamentarse porque no tenía otro remedio.

Fuente: www.pocoyo.com

La muela Adelina

Adela era una niña muy agradable, alegre y sonriente. Dentro de su boca, existía una muela llamada Adelina, que cada día se lamentaba porque su dueña no hacía otra cosa que comer golosinas, refrescos con azúcar y chicles. La golosa niña no quería hacer caso de su madre, y en lugar de comerse los suculentos guisos que esta le preparaba, prefería ir a la dulcería para llenarse con todo tipo de chucherías.

Cierto día, Adela sintió un enorme dolor en sus muelas. Era la pobre de Adelina que había perdido su esmalte y una carie maliciosa se había alojado junto a ella. Como el dolor era tan profundo, Adela fue corriendo al dentista para que le arreglara la muela y le quitara el dolor.

Cuando el dentista miró dentro de la boca de Adela, pudo ver a Adelina muerta de miedo y sufriendo por la carie. Entonces, decidió lijarla para limpiarla y le colocó un empaste para sellar sus heridas. En realidad, Adelina se encontraba muy malita, pues Adela la usaba para abrir los refrescos y masticar todas las golosinas creyendo que sus muelas nunca se romperían.

Cuando la pequeña salió de la consulta, vio a una señora que esperaba junto a la puerta. La señora le sonrió, pero sus dientes eran horribles, amarillos y largos. Parecían los dientes de una bruja, pero en realidad, eran por tomar café, abusar del azúcar y del alcohol y fumar. En ese momento, Adela se sintió tan mal, que decidió cuidar de Adelina y del resto de sus muelas con mucho cariño, cepillándose tras cada comida, usando enjuagues bucales y asistiendo al dentista con regularidad para revisarse.

“Una sonrisa no es bella si no tengo dientes sanos, blancos y fuertes” – cantaba Adela todas las mañanas al levantarse mientras corría a cepillar a su adorada amiga Adelina, que desde entonces no tuvo que sufrir más por masticar tantas golosinas y refrescos.

El reino no me importa

Hace mucho, mucho tiempo, existió un reino lejano de nombre Lolimburgo. Juan Porquesemeantoja era el rey de toda la comarca, y su reina se llamaba Cristina Porquemedalagana. Con el paso de los años, los reyes tuvieron un bebé, y le llamaron José.

Pero en el reino de Lolimburgo todos hacían lo que querían y nada parecía importarles. Las personas lanzaban la basura a la calle, se bañaban cuando querían y hasta los niños dejaban de asistir a clases simplemente porque no querían estudiar. Como en aquel reino todos sus habitantes hacían lo que se les antojaba, la ciudad siempre se encontraba sucia, las personas olían mal, se enfermaban con facilidad, y las maestras no se preocupaban por que sus alumnos aprendieran.

Sin embargo, todo eso cambió cuando el príncipe José creció y conoció a la princesa Beatriz Símeimporta, del reino vecino de Merymburgo. La princesa era todo un encanto, y sus cabellos dorados llegaban hasta el piso, enamorando a todo el que la contemplara, pero José sabía que Beatriz jamás se fijaría en él, pues ella era una muchacha muy ordenada y disciplinada, que además no soportaba la suciedad ni la ignorancia.

Así fue que el príncipe José le pidió ayuda a Beatriz para arreglar el reino de Lolimburgo y cambiar los hábitos tan desastrosos de sus habitantes. Como la princesa era muy inteligente, le pidió a José que creara nuevas leyes para mantener la ciudad limpia y castigar a todo aquel que no lo hiciera.

Además, se crearon horarios para las escuelas, para recoger la basura y para bañarse todos los días del año. Con el paso del tiempo, el reino se convirtió en un lugar agradable, libre de enfermedades y lleno de árboles enormes y personas olorosas. El día de la boda entre José y Beatriz, fue el día más hermoso de todo el reino. Grandes y chicos se reunieron en la iglesia para aplaudir a los príncipes, pues gracias a ellos, Lolimburgo era uno de los reinos más hermosos de toda la nación.

Por cierto, ¿quieres leer mejor los cuentos a tus pequeños para que éstos estén más atentos y se metan más en las historias que narras? No te pierdas estos consejos.

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