A partir de noviembre, Ryanair conectará Zaragoza con Bolonia, la capital de la región italiana de Emilia-Romaña. La “ciudad roja” -que así la llaman por sus fachadas y tejados y por la tradicional importancia que en ella ha tenido el partido comunista italiano- no suele estar dentro de las rutas turísticas habituales italianas y, sin embargo, tiene atractivos que la hacen merecedora de más de una visita.
En su casco antiguo, el segundo casco antiguo medieval más grande de Europa después de Venecia (wikipedia dixit), se encuentran maravillas como la Iglesia de Santo Stefano (o las siete iglesias; quienes vayan sabrán por qué), la Piazza Maggiore, la Universidad (sus profesores eran pagados con los impuestos que se recaudaban a los mercaderes), el Archiginasio, San Petronio (su interior tiene una meridiana de más de 50 metros) o el Colegio de España.
Una visita a Bolonia debe acompañarse de frecuentes paradas para degustar la comida de la zona: desde la humilde piadina romagnola (un bocadillo hecho con pan ácimo) a la famosa pasta con salsa bolognese, regada con vinos del lugar, como el conocido Sangiovese.
Aunque vale la pena quedarse unos días, para los que se saturan pronto de la misma ciudad, Bolonia tiene un atractivo adicional y es que está cerca de otras ciudades italianas igual de interesantes. Parma, Florencia o Módena, por ejemplo, se hallan a menos de dos horas de tren.
Desde Zaragoza Online recomendamos una visita en el día a Ravenna, a poco más de una hora de tren de Bolonia.
Rávena, como se dice en español, fue capital del Imperio romano de Occidente, capital del reino Ostrogodo de Italia y sede del gobierno bizantino de Italia. De esta rica historia quedan los impresionantes monumentos paleocristianos que la hicieron merecedora de la declaración de Patrimonio Universal por la UNESCO.
A pie o en bicicleta (como Bolonia, la ciudad es muy plana y el centro es una zona de tráfico restringido), no pueden dejar de visitarse el Mausoleo de Gala Placidia, los baptisterios arriano y ortodoxo, la basílica de San Vital, el Mausoleo de Teodorico o la capilla arzobispal.
A buen seguro que quienes conozcan Emilia-Romagna repetirán.